HISTORIA
DE LA COFRADIA DEL SANTISIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE Y MARIA
SANTISIMA DE LA AMARGURA
Así
se fundó la Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte
Corría
el mes de marzo de 1.955. Estaba próxima la Semana Santa. La iglesia
de Nuestra Señora de la Asunción restauraba el retablo del Altar
Mayor, por cuyo motivo todas las imágenes hubo que ubicarlas
provisionalmente en un lugar fuera del Altar hasta que terminasen las
obras.
El
día 11 de marzo fue un día de luto para el pueblo. Falleció don
José María Ruiz Moreno, párroco muy querido por todos los ruseños,
pues durante el tiempo que estuvo entre nosotros supo respetar las
tradicionales costumbres de las fiestas y cofradías, aparte de ser
una excelente persona, tremendamente trabajadora al servicio de la
parroquia.
Por
esas fechas yo trabajaba como empleado de administración del
Ayuntamiento, y un buen día nos visitó don Tomás Sola Llavero,
como nuevo cura-párroco que había tomado posesión el pasado mes de
enero. En ese momento aproveché para comentarle que, estando enfermo
don José María, fui a visitarle y le propuse que una vez que habían
bajado el Cristo que preside el Altar Mayor y, si le parecía bien,
que el Cristo pudiese salir en procesión en Semana Santa acompañando
a las demás imágenes. Don Tomás no dudó y dio su consentimiento.
Los pasos de Semana Santa de ese año tuvieron una gran brillantez.
Ahí nació mi idea de fundar la Hermandad del Santísimo Cristo de
la Buena Muerte.
Pasada
la Semana Santa, había que animar a los jóvenes a inscribirse como
cofrades. Yo, que tenía la gran ventaja de mantener buenas
relaciones con todo el pueblo, en poco tiempo llegamos a contar con
un buen número de hermanos.
La
Junta Directiva quedó así formada:
Blas Sánchez Delgado,
presidente; Antonio Palomares Ruiz, secretario; Juan Moreno Ortiz,
tesorero; y como vocales Miguel Garrido Moreno, Pedro Arcos
Barrionuevo, Martín Poyatos Trillo y Antonio Casas Moreno.
De esta Junta Directiva, el único superviviente soy yo. Lógicamente
siendo el menor, era natural; exceptuando a mi amigo de la infancia,
Antonio Casas, que era un año menor que yo, y falleció en julio
del año 1.987.
Ya
teníamos constituida la Junta Directiva compuesta por
extraordinarios colaboradores, al igual que un buen número de
jóvenes con mucha ilusión y con ganas de que la Hermandad saliese
adelante. Ahora teníamos que ponernos a trabajar todos juntos y para
hacer frente a los gastos que se iban a originar, se organizaron
rifas, partidos de fútbol, loterías,… Pues aquellos tiempos eran
difíciles para la gran mayoría y, desgraciadamente, el dinero no
“se movía” como ahora.
Necesitábamos
lo más importante: la
imagen, y Antonio
Palomares me comentó que
su hermano Gregorio había hecho la promesa de traer el Santísimo
Cristo de la Buena Muerte
a Rus. Yo no lo pensé un
momento, e inmediatamente le escribí. Y con la misma urgencia que lo
hice, él me contestó diciendo que para la Semana Santa del año
1.956, tendríamos la gran alegría de poder sacar en procesión la
imagen tan deseada, adjudicada a nuestra Hermandad.
A
primeros del año 1.956, en la primera Junta General que celebramos,
para preparar los actos de Semana Santa, se aprobó por unanimidad,
nombrar a Gregorio Palomares Ruiz, Hermano Mayor Honorario Perpetuo,
y agradecerle tan generosa y valiosa donación.
Por
aquellas fechas ya tenía buenos amigos. Entre ellos contaba con el
jefe de estación del tranvía, al que todos conocíamos por
González, una gran persona y buen colaborador de la Hermandad. Pintó
los escudos para los hermanos, los gallardetes, el estandarte…Todo
ello desinteresadamente. En cierta ocasión me comentó: “Blas, me
has hecho estudiar anatomía para pintar el cuerpo de Cristo”.
También
quiero recordar y agradecer a Julia Chiclana Garrido, que bordó es
estandarte y lo hizo igualmente de forma desinteresada.
Este
año conseguimos que la procesión del Santísimo Cristo de la Buena
Muerte pudiera estar acompañada en su recorrido por seis cornetas y
tres tambores, y cedidos por la Cruz Roja Local –de la que yo era
su secretario- otras tres cornetas y tres tambores.
En
el año 1.957 en las procesiones de Semana Santa, la mayoría de los
Hermanos llevaban túnica y capirote a los que les acompañaba una
gran banda de cornetas y tambores, propiedad de la Hermandad. Y si
mal no recuerdo podrían ser veintidós cornetas y dieciséis
tambores, dirigidos respectivamente por Miguel Ramírez y por Antonio
Garrido, ambos procedentes del ejército, donde cumplieron su
servicio militar como “corneta” y “tambor”. De todo esto
puede dar testimonio Gonzalo Martínez de la Torre, quien ha sido
durante veintinueve años Presidente de la Hermandad, y en aquella
época, siendo un crío, formaba parte de la banda.
Recuerdo
que los ensayos los hacíamos en el antiguo local del Juzgado de Paz.
Allí nos reuníamos. Me unía a ellos casi todas las noches para
darles mi apoyo. Para no molestar al vecindario, nos marchábamos a
la carretera a ensayar, ya que en aquel tiempo apenas circulaban
coches y no existís ningún peligro.
En
el año 1.958, con la Hermandad totalmente organizada, y gracias a
una sana rivalidad que existía entre las Hermandades del Padre Jesús
Nazareno y la del Santísimo Cristo de la Buena Muerte, se formaron
dos grandes cofradías, que son las mismas que existen en la
actualidad. Sentí una gran satisfacción y alegría a ver que
nuestra Semana Santa se celebrara con tanto fervor religioso, y que
por fin ese año consiguiésemos que las bandas de las dos
Hermandades acompañasen en la procesión a Jesús Resucitado.
Llegó
el año 1.959, y el 9 de enero, por motivos de trabajo, y gracias a
la intervención de un gran amigo me vine a Madrid. Aquí sigo, sin
dejar de acordarme de mi tierra natal a la que tanto quiero. Y lo
mismo digo de mi Santísimo Cristo de la Buena Muerte al que todos
los días rezo y doy las gracias por haberme ayudado a lo largo de mi
vida.
Firmado: Blas Sánchez
Delgado.
Después
de casi dos décadas sin poder procesionar por su desaparición por
causa de la guerra civil, nuestra Cofradía irrumpe en la Semana
Santa de nuestro pueblo con gran fuerza y desde el primer momento, un
gran número de Hermanos acompañan al Santísimo Cristo de la Buena
Muerte en su Estación de Penitencia. La gran belleza en la expresión
de su rostro de la nueva imagen de Cristo, donada por Gregorio
Palomares, influyó de sobre manera para que el trabajo de Blas
Sánchez Delgado y su Junta Directiva tuviera gran recompensa y desde
el primer momento un importante número de Hermanos, vestidos con sus
túnicas, acompañan el desfile procesional. Basta con ver algunas
fotos de esos primeros años en las que se puede apreciar el
multitudinario gentío que acompaña a nuestro querido Cristo de la
Buena Muerte. Esta bella imagen fue hecha en uno de los talleres de
imaginería religiosa que hay en Olot, pueblo gerundense famoso por
ese menester.
Es
pues el 30 de Marzo de
1956, Viernes Santo, uno
de los días más importantes de nuestra Cofradía, cuando “el
Cristo”,
como cariñosamente lo conocemos, sale a hombros de doce
costaleros y acompañado por su banda de cornetas y tambores.
Desde
ese ya lejano Marzo de 1956 hasta este 2013 han pasado 57 años, en
los cuales, han habido épocas muy felices y de gran esplendor y
otras, lógicamente algo menos, pero lo que sí es cierto, es que
todas las personas que han pasado por nuestra Cofradía han trabajado
de una manera desinteresada y mucho, cada uno dentro de sus
posibilidades.
Hemos
conseguido grandes objetivos. Hace casi cuatro décadas que se
incorpora la mujer a nuestra Cofradía, pero no solamente de número,
sino trabajando en todos los aspectos y codo a codo con los hombres,
como en la banda de cornetas y tambores, en la agrupación musical,
en los tronos, en la Junta Directiva…
Se
formaliza la compra de una nueva imagen
tallada en madera de cedro del Cristo de la Buena Muerte,
que tras ser examinada por Don José Melgares, como miembro de la
Comisión Diocesana del Patrimonio Artístico de Jaén, dando el
visto bueno, unos meses después, la Delegación Episcopal de
Cofradías y Hermandades de Jaén, autorizando dicha imagen como
Titular de la Cofradía del
Santísimo Cristo de la Buena Muerte.
Esa imagen de Cristo, vino acompañada de la de su Santa Madre María
Santísima de la Amargura,
que unos años después, igualmente sería Titular
de nuestra Cofradía.
Fue
solicitada a la Delegación Episcopal de Cofradías y Hermandades deJaén, la Erección Canónica de nuestra Cofradía (ERECCION. Acto de la autoridad eclesiástica competente, por el que se crea conforme a las reglas del derecho una institución, que así recibe existencia jurídica, es decir, la cualidad de persona jurídica eclesiástica.),
teniendo a bien concederla, unos meses después, Su Excelencia
Reverendísima Monseñor Don Santiago García Aracil, entonces Obispo
de la Diócesis de Jaén.
Adquirimos
un nuevo trono tallado en
madera de cedro con cuatro
varales longitudinales donde nuestro Cristo de la Buena Muerte pasea
majestuoso la tarde del Viernes Santo. Posteriormente otro de material repujado bañado en plata para que
nuestra Madre de la Amargura acompañara a su Hijo en la Estación de
Penitencia.
Y
numerosas cosas más que nos llevaría mucho tiempo relatarlas, pero
que, de una manera u otra, seguro que iréis conociendo.
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